Desde mi callejón sin salida
busqué tu nombre:
en puertas inmóviles
en ventanas amuralladas
y en gargantas filosas.
Lo busqué aún
donde los sueños se
pierden
mutan se anquilosan.
Al fin
en medio de la noche más austera
encontré tu sonrisa
colgando de un triste noticiero
rodeado de dentaduras infinitas
y labios exquisitos.
Una monotonía de voces
me trajo la nostalgia
y busqué entre la ropa blanca
la medallita de escarcha
esa que un día me entregaste
para no dejar
en cambio
tu corazón en mis manos.
Cris.
Tenés muy buena pluma, Cristina. Todo es profundo en lo tuyo.
ResponderEliminarGracias por visitarme y dejar tu comentario, Flor de Ceibo. Me alegra que te guste lo que escribo. Es una dicha saber que alguien "escucha" nuestras voces en el silencio de la distancia. Besos.
ResponderEliminarEstoy buscando nuevamente la ruta de los blog, y me agradó encontrar el tuyo y leerte. Hasta otro momento, no dejes el sitio, no es facebook, pero aquí habitan otros duendes, y seguro que mucho más interesantes. Saludos
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con vos, José. Tu palabra es importante para mi. Gracias por pasar por acá. Besos.
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