Detrás de las cortinas, por los corredores, sobre los sillones acobardados, soplaba un hálito de pesar. Todo ese silencio tormentoso, acurrucado detrás de los cuadros, disfrazado de recuerdos, pugnó por salir en un grito descabellado. A su pesar, la garganta sólo pudo expulsar un gemido doloroso, inacabable.
El quejido, atormentado por horas fantasmales quebró la monotonía incierta de una vida sin testigos. Bajó los párpados y soñó que no estaba.
El quejido, atormentado por horas fantasmales quebró la monotonía incierta de una vida sin testigos. Bajó los párpados y soñó que no estaba.
2 comentarios:
- Hermoso Cris, poder soñar que no estaba, entonces dejar la monotonia aausente. Besos. Ade
Gracias Ade, y a Oliverio también!
Besos humanos y perrunos.
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