El sol, implacable, secaba las lágrimas de sudor. Frente suyo se levantaba entre brumas el armatoste de madera. Destino final. Caminó hasta la escalera arrastrando los pies. Subió los siete escalones temblando. Las manos le transpiraban y un ardor ciego oprimía su cuello. Rogaba que todo fuera rápido y sin dolor. No quería que sus hijos sufrieran con la escena. No quería fallarles. La gente cubría la plaza clamando muerte. Aspiró hondo, levantó la vista al cielo, reunió todas sus fuerzas y dejó caer el hacha.
Entraron por la ventana. Casi mágicos. Sonriendo enseñaron todos sus trucos y cuando la noche avanzó, se retiraron. No sin antes dejar sobre cada uno de los presentes, un trocito transparente color verde agua.
El dragón renunció harto de asustar niños.
Vestida de negro desandaba la leyenda de la mujer de blanco.
"..., tu afán que da forma al deseo, toma del deseo su forma, y crees que gozas por toda Anastasia cuando sólo eres su esclavo"
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Soledad
Abrir la puerta de mi casa es todo un desafío. Mi casa y mi corazón. Y no es necesario usar llaves. En este pequeño lugar del universo no son necesarias porque aquí está todo a flor de piel: olores, sabores, murmullos, gritos y silencios. Luces y sombras de ciudades y desiertos. La vida, el amor y la muerte. Y las palabras como hilo conductor. Sólo las usaremos para abrir, si fuera preciso, diminutos cofres de confidencias, sueños y locuras varias compartidas con todos ustedes.
Bienvenidos a casa!
Cris.
Bienvenidos a casa!
Cris.
3 comentarios:
Y decían que el cuento más breve lo escribió Monterroso. Están buenísimos Cris !!! o son uno solo?
Te gustaron, Nanu? Me alegro. Son varios y no sabía que eran hasta que los ví escritos. jajaja!!!!
Besitos y gracias por la visita.
Ahora el terror en microrrelatos!!
ja
son impecables Cris, me encantan
Beso!
Publicar un comentario