Marumba no habla, exhala. Marumba no mira, ve.
Marumba se presiente.
Con un halo gracioso, que con cada cadencia vigoriza su estado, recorre de un extremo al otro la abarcadora existencia pretérita.
Mueve graciosamente su abultado bolsillo plumoso y se dirige despaciosa hacia otros estados latentes.
Lamiéndose sus grandes ojeras bordó, reparte con displicencia, gestos de benevolencia.
Y bate aceleradamente sus rasposas medio cintas con nervaduras de azufre.
Marumba no oye, escucha.
A cada llamada lastimosa, corre a resguardarse del temible e insoportable espantajo, que llega desde las más remotas zonas de la espesura dorada del tiempo.
Marumba juega a un juego desleído por años y años de intransigencia nefasta.
Y encuentra en ese juego procaz toda la energía neblinosa, que es sustento de vida.
Y muere y renace con cada vuelta insolente de su histriónica desfachatez.
Marumba sueña con especies alegres y estrambóticas que resuelvan el problema de la latencia interior.
Y hay tanta, que Marumba no sabe cómo entrelazar cada una de sus fibras en los pliegues sempiternos de la nocturnidad.
Marumba tiembla ante cada llanto acallado de verdores intensos y una espiral de flecos cae perpendicular a su astrología negada.
Y se cierra sobre su esponjoso y retráctil caparazón de incontinentes hechos neblinosos,
que sugiere una pesadez no establecida.
Marumba llora también por lo que no sucedió en las nubosas e históricas pendientes turbulentas.
Y encuentra consuelo, en el estrecho hallazgo de infructuosos resabios turbios de andares ligeros.
Marumba es capaz de sentir cómo las trizas de sus astrolabios murmuran rítmicamente la extraña imprecación de milenios.
Marumba ríe ante la escasa latitud de sus alambiques y la pobre longitud de sus espéculos.
Y trata, en vano, de recogerse en la interna variedad de su estancia. Sin plenilunio.
Y Marumba ama lastimera
y odia rasante
y canta gregoriana
y baila …
como sólo Marumba sabe hacer.
Cris.
1 comentario:
- Hermosa, siiiii, hermosa tu Marumba. Ade
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