sábado, 9 de mayo de 2009

Final

Sandra caminaba con ese andar tan de ella, balanceando exageradamente su brazo derecho; y mirándolo fijo a los ojos, se acercó a darle un beso.
A Daniel le supo insuficiente. Quería abrazarla lento y fuerte y besarla hasta perder el aliento.
El bar estallaba en miles de sonidos. Vasos y tazas chocando. El motor de la máquina de café. Sillas corriéndose para dar lugar a los parroquianos. Páginas que se deslizaban entre los dedos. Murmullos, silabeos, risas, silencios…Y ellos dos.
Las manos de Sandra se destacaban pálidas sobre la oscura mesa, y la tercera silla, escapaba al testigo ausente. Los ruidos se perdían en la distancia y un aire cargado de deseos acallados inundaba el ambiente. Mirada sobre mirada. Mano sobre mano y los labios húmedos, en un beso latente.

Ahora Sandra entra sin ganas. Deja las llaves sobre el dressoir de la entrada. Mármol y espejo. Camina por el impecable pasillo de cerámicas dameras hasta el dormitorio. Ya no balancea su brazo derecho. Evita pasar por el living donde, seguramente, se encuentra él.
Se quita la ropa, los zapatos y entra al baño. Una ducha tibia corre por su cabeza y cuerpo fundiendo cada partícula de piel, dilatada por otros sueños. Se coloca la bata y descalza, enciende un cigarrillo que saca de la cartera. Sentada en la cama con las piernas cruzadas y el codo apoyado en su rodilla fuma lentamente. Un cansancio de años insatisfechos pesa en su espalda. Con una media sonrisa resignada, apaga el cigarrillo en la única maceta del cuarto.

Se dirige lentamente al living. Daniel está de espaldas. Su cabeza, iluminada por la luz de lectura, irradia destellos sobre la penumbra del cuarto. Siempre le gustó mirarlo sin ser notada. Le pasa la mano por el pelo y él la aprisiona con fuerza. Gira la cabeza y la mira fijo, como aquélla primera vez, deseando besarla y abrazarla. Sandra escapa de esa mirada ardiente y camina hacia la cocina. Tragando las lágrimas le pregunta con voz incolora: "¿Comiste?"
Foto: belleza-mujer.net/images/separacion-1.jpg

8 comentarios:

Nanu dijo...

CRis creo que no lo entendí. Me pareció muy bello, dolidamente bello, pero no sé si entendí. Ayunque no sé si importa tampoco.

besos

Andrés Portillo dijo...

¡Muy bueno, Cris! El beso latente y la voz incolora apenas los separán un puñado de desengañós.
Besos

Cristina dijo...

Gracias Nanu. Lo que importa es que algo te hizo cosquillas, por eso te gustó.
Besitos

Cristina dijo...

Hola Andrés. Y sí. Entre uno y otro, la frustración, el desencanto, el desamor. Qué feo, no?
Me gustó tu visita.
Besos

Nelais dijo...

Espero que nunca me llegue esa angustia..

Implacable voz del final.

Me encantó Cris!!
me apenó y me encantó

Mil besos

Cristina dijo...

Si Nelais, es triste, pero es bastante real, no?
Besitos

mabel dijo...

Ay Cris, esto es la rutina? los años?, la vida. Muy bueno.

Cristina dijo...

Quien sabe, Mabel. Creo que a veces sólo es despertarse y desconocer a tu mitad de la cama.
Besitos y gracias por acompañarme

Soledad

Soledad
CRUZAGRAMAS: un grupo de escritores en busca de alternativas
Abrir la puerta de mi casa es todo un desafío. Mi casa y mi corazón. Y no es necesario usar llaves. En este pequeño lugar del universo no son necesarias porque aquí está todo a flor de piel: olores, sabores, murmullos, gritos y silencios. Luces y sombras de ciudades y desiertos. La vida, el amor y la muerte. Y las palabras como hilo conductor. Sólo las usaremos para abrir, si fuera preciso, diminutos cofres de confidencias, sueños y locuras varias compartidas con todos ustedes.
Bienvenidos a casa!
Cris.