
Cargó sobre la almohada todas las preguntas rotas. Y se disolvió suavecito en el mar de algodón. Despertó sabiendo que el amanecer sería diferente. Inolvidable. Tal vez. Se deshizo de flecos inconsistentes y entró a la ducha decidido a continuar en ese estado plácido, casi cataléptico. No se preguntó. No se cuestionó. Tanteó la canilla hasta dar con la frialdad de lo que nos es totalmente ajeno. Y se dejó llevar por litros de fluido hasta los huecos de la rejilla. Que lo absorbían. Lo arrastraban. Hasta hacerse una sola cosa con la marea de espuma que corría por túneles, recovecos, esquinas. Pasado. Presente. Oscuro. Era tal vez la noche. O el pecado. En el largo trayecto se sintió acompañado por miles de pequeños seres extraños a la superficie. Acariciado por ellos. Mecido. Sonrió su interior. Tragó saliva y se deslizó. Un dulzor distinto a las mieles terrenas lo invadió. Pensó. Sintió. Olió. Quizás no.
Apareció junto a la orilla del mar. Lo encontraron recogido sobre sí mismo. Abrazado a
las plumas de lo que alguna vez fue su almohada. El amanecer prometía ser diferente. Casi mágico.
Apareció junto a la orilla del mar. Lo encontraron recogido sobre sí mismo. Abrazado a
las plumas de lo que alguna vez fue su almohada. El amanecer prometía ser diferente. Casi mágico.
Foto: www.lanacion.com.ar/.../fotos/86/808086.jpg
2 comentarios:
pasado, presente, oscuro.
hermoso...el futuro un lugar oscuro que no sabemos como es, ni como llegar, pero que promete ser diferente y magico...
Hermoso!!
Saludos!
Siempre hay un amanecer mágico, Agostina. Sólo hay que saber despertar.
Besitos
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