Coqueta

Se peinó coqueta. Recogió su cabello con una hebilla de carey y leyó el menú. Su espalda se recortaba contra la ventana y dejaba ver sus músculos trabajados en horas de gimnasio. Abrió la cartera minúscula, sacó el gloss y pintó, con languidez, sus labios recién salidos del quirófano. Almorzó sola. Cuando se levantó, giró su cabeza y me miró. La barba ya le había comenzado a crecer.
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Abrir la puerta de mi casa es todo un desafío. Mi casa y mi corazón. Y no es necesario usar llaves. En este pequeño lugar del universo no son necesarias porque aquí está todo a flor de piel: olores, sabores, murmullos, gritos y silencios. Luces y sombras de ciudades y desiertos. La vida, el amor y la muerte. Y las palabras como hilo conductor. Sólo las usaremos para abrir, si fuera preciso, diminutos cofres de confidencias, sueños y locuras varias compartidas con todos ustedes.
Bienvenidos a casa!
Cris.
2 comentarios:
¡Buenísimo, Cris! Un microrrelato perfecto, al que lo lee le deja toda una historia por imaginar.
Un abrazo
Gracias Andrés! Me alegra tu visita. Te tengo en alta estima.
Besitos.
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