jueves, 23 de abril de 2009

Otro mar

Camina lenta sobre las maderas resecas del muelle. Su cabello largo bailotea oscuro, sobre la falda verde. Fija sus ojos secos en los destellos del agua. La brisa levanta, apenas, tímidas imitaciones de oleaje. Los botes amarrados en la orilla sueñan mares en esta siesta de verano.
Carmen sonríe, por un instante, a las tardes de arena con su padre, al sabor del salitre sobre la piel nueva de su hijo y a los besos húmedos de Juan.
Mira distraída a los cientos de peces que juguetean cerca, muy cerca de sus pies descalzos y piensa en otro mar, enrojecido de vergüenza. Encendiendo los miedos.
Y ve. Como antes, como siempre, un abanico de pájaros sin nombre. Jinetes del Apocalipsis desplegados sobre el azul de ultramar. Bautizando su felicidad con golpes de fuego.
Y luego el dolor, la ausencia estéril. El ahora. Vacío de cosas muertas.
Se envuelve en el mantón cansado, que cuelga desleído sobre los hombros.
Cubierta por mechones de luto, lanza al agua su falda verde y sumerge sus pies en el frío azulado de la orilla.

6 comentarios:

Coni Salgado dijo...

Profundo, como el mar de la ausencia.

Nelais dijo...

Ahora sí.

Aunque más triste, más hermoso!!

Beso Cris

Agostina Cánova Kuessner dijo...

Que hermosas imágenes que creas!
Felicitaciones por la publicación cris!!

Cristina dijo...

Sí Coni, ausencia eterna.
Besitos

Cristina dijo...

Gracias Nelais! Muy triste.En el futuro me propongo un poco más de humor,jaja!!
besitos

Cristina dijo...

Gracias Agostina por tus comentarios! Me alegro que te gusten mis imágenes.
Besitos

Soledad

Soledad
CRUZAGRAMAS: un grupo de escritores en busca de alternativas
Abrir la puerta de mi casa es todo un desafío. Mi casa y mi corazón. Y no es necesario usar llaves. En este pequeño lugar del universo no son necesarias porque aquí está todo a flor de piel: olores, sabores, murmullos, gritos y silencios. Luces y sombras de ciudades y desiertos. La vida, el amor y la muerte. Y las palabras como hilo conductor. Sólo las usaremos para abrir, si fuera preciso, diminutos cofres de confidencias, sueños y locuras varias compartidas con todos ustedes.
Bienvenidos a casa!
Cris.